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FÚTBOL REBELDE: Otro Fútbol es posible.

El año pasado mi pareja, por mi cumpleaños, me hizo un regalo sorpresa que consistía en visitar el Millentor Stadium, el templo de un club al que admiro y adoro: El Sankt Pauli, de la muy recomendable ciudad de Hamburgo. La ciudad me causó una grata sorpresa y volví enamorado, no solo, aún más, de mi pareja, sino de la propia ciudad. Ahora bien, me centraré en el Sankt Pauli y en su filosofía, ya que para hablar de las ciudades y su encanto están las guías estilo Lonely Planet y agencias de viajes varias y, pobre de mí, no pretendo hacerles competencia.


Mi amor por el Sankt Pauli nace a raíz de un artículo que leí de Miguel Ángel Ortíz, escrito para la revista Panenka (al final voy a pedir que me patrocinen, pero he de reconocer que gracias a esta revista he hecho grandes descubrimientos, sobre todo literarios, y me han reconciliado con mi visión del fútbol).


Abro paréntesis: De Miguel Ángel Ortíz recomiendo, además, dos libros suyos que son dos maravillas: La inmensa minoría y Fuera de Juego. Dos obras que te devuelven a los años de infancia y adolescencia y donde el fútbol olía a barro, bocadillos de lomo-queso y la calle era el mejor entrenamiento. Dos odas a nuestro niño que tenemos dentro. Cierro paréntesis.



La inmensa minoría. Ed. Literatura Random House.

A lo que iba, a partir de leer el artículo de Miguel Ángel Ortíz, me fui documentando un poco al respecto y fui a parar al maravilloso libro escrito por Carles Viñas y Natxo Parra sobre el club: “ST. Pauli, Otro fútbol es posible”. Pido disculpas por el plagio que hago en la portada del blog, pero al igual que ellos pensaron que el ST. Pauli era la bandera de un fútbol diferente, por inspiración de este libro y la filosofía de este club nace este blog. Además, me han ayudado a estructurar mi idea sobre lo que el mundo del fútbol puede hacer por la sociedad en la que vivimos. Por lo tanto, GRACIAS.


Recomiendo encarecidamente que leáis el artículo y que leáis el libro escrito por Viñas y Parra, para que descubráis una filosofía que choca con la imagen moderna y un tanto frívola del fútbol actual.


ST. Pauli, otro fútbol es posible. Editorial Capitan Swing.


Y es que la trascendencia o la fama del St. Pauli, bien saben los que conocen un poco la historia del club, no se basa para nada en los resultados, ya que no es que sea un equipo muy exitoso. Actualmente juega en la segunda división alemana y está teniendo un inicio de liga bastante irregular. Ahora bien, es un club que a nivel mundial tiene millones de simpatizantes debido a sus creencias y valores sociales que le han hecho un referente. Para empezar, es un de los pocos clubs de fútbol profesionales que recogen formalmente en sus Estatutos su condición de Antifascistas. Además de declararse un club abiertamente pro-LGTBI, anti-racista y feminista.

Para más abundamiento, el club entre sus muchas iniciativas sociales tiene la de promover el arte urbano, tiene una exposición permanente de arte de jóvenes artistas de la ciudad debajo de una de sus graderías. Asimismo, una de las cosas que me sorprendió de la visita es la ver que dentro del estadio se ha abierto una Kinder Garden, ¡una guardería!. Además, uno de los grandes proyectos del club es el de colaboración con la organización Viva con Agua, fundada por un ex-jugador del club llamado Michael Fritz, que pretende abastecer de agua potable a comunidades que no tienen acceso a la misma, construyendo pozos y generando redes de suministro para hacer llegar agua a los pueblos. Sin olvidar que el club pone a disposición de los aficionados una sala del propio estadio para poder llevar a cabo asambleas, fiestas y actos sociales, con el fin de que éstos puedan tener un lugar de reunión y poder fomentar el sentimiento de pertenencia entre club y aficionados.

Aunque, lo que enamora de verdad de este club es su sentimiento de pertenencia al barrio del cual es parte: Sankt Pauli. Vuelvo a recomendar el libro para que conozcáis la historia del barrio, ya que es la historia del mismo la que otorga al Sankt Pauli ese carácter rebelde e inconformista que tiene. Es la perfecta armonía entre barrio y la entidad la que da sentido al club.



Y es esto mismo, en mi humilde opinión,en lo que se deberían centrar los clubs: crear un sentimiento de pertenencia club-entorno-aficionados. En fomentar que el barrio, pueblo, ciudad se vuelque con él. Pero, como todo, se debe hacer algo por tu entorno para que éste se sienta identificada contigo. Para quién suscribe, el objetivo real de un club no debería ser el de ganar más dinero, vender más camisetas, tener más fama o llegar más lejos a nivel competitivo. Si bien todo esto es importante, ya que al final cuanto más poder económico tienes más puedes crecer y ofrecer, creo que el objetivo real de un club debería ser el de establecer una simbiosis positiva, social y productiva con su entorno. El club de fútbol debería ser un referente social en su entorno más cercano.

El éxito de los clubs debería ser medido por la influencia e impacto positivo y social que tiene en su comunidad. Incentivar a los jóvenes a practicar deporte mediante cuotas o becas que les permita el acceso a éste. Implicarse en los movimientos sociales que promueva su entorno social. Implicarse en actividades culturales y sociales que organice la comunidad. Promover y liderar obras benéficas para mejorar el barrio, ciudad o pueblo del cual son parte.

El Sankt Pauli me parece el claro ejemplo de club profesional que representa mi visión sobre el fútbol, pero no puedo acabar esta entrada sin hacer mención a otros clubs que han tomado medidas que son dignas del programa de radio de Manuel Burque, Quique Peinado y Henar Álvarez “Buenismo Bien”:


En Inglaterra tenemos el Lewes FC, uno de los primeros clubs profesionales en equiparar el sueldo de las plantillas masculina y femenina.



El Queens Park Rangers sometió a votación de los socios el cambio de nombre de su estadio, conocido históricamente por Loftus Road. Los nombres propuestos eran de diferentes ONGs u organizaciones sin ánimo de lucro que hacían un bien a la sociedad. La ganadora fue la Fundación Kiyan Prince, como homenaje a un jugador del club asesinado a los 15 años por tratar de salvar a un amigo suyo en medio de una reyerta. Fue en el 2006. Una puñalada al corazón que acabó con sus ilusiones y las de su familia, que veían en este pequeño a un joven con talento del propio para salir adelante en el fútbol. El objetivo de la fundación no es otro que el de alejar a los jóvenes de la violencia y, a través del fútbol, hacerles ir por el buen camino.



¿Por qué destaco esto? Porque podrían haber vendido el nombre a una Multinacional, ganar más dinero en ingresos de patrocinio pero decidieron reconocer la labor social de esas organizaciones.

Asimismo, recomiendo que conozcáis las propuestas de clubs amateurs que, en mi opinión, son ejemplo a seguir para otros muchos:

Independiente de Vallecas es un club recientemente fundado por un grupo de aficionados y que, en mi opinión, a modo de piropo, se asemeja al Sankt Pauli en esencia. Evidentemente, tiene mucho que hacer aún, pero os recomiendo que accedáis a su web y os enamoréis de su esencia. Equipo de barrio obrero, con valores de barrio y que a un servidor le sirve de inspiración para futuros proyectos.



En Inglaterra está el Sheffield FC, club que tiene el honor de ser el primer club de fútbol de la historia fundado en 1857 y que a día de hoy sigue luchando para mantener su esencia de club amateur.


Reconozco que soy un romántico, que podría hacer una oda al “Against Modern Football”, pero no hay que odiar al fútbol actual, simplemente se ha de tener el valor de ser diferentes, ser rebeldes, y estos equipos con estos actos están yendo en contra de lo coyunturalmente establecido.

Invito a los clubs a ser diferentes, a marcarse un fin social, a involucrarse con sus vecinos y no correr y más amar. Las prisas, la ansias de éxito pueden generar éxitos efímeros. Al final, lo que importa no es llegar, sino perdurar, trascender. Para ello, en mi opinión, lo que necesitas es el amor de tu gente, de tus vecinos, de los que tienes más cerca, de tu comunidad. Un club sin afición es una camiseta sin un cuerpo al que cubrir: por muy bonita que sea, no luce, pierde su sentido.


Y esa es la grandeza de equipos como Sankt Pauli: IMPLICARSE.

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